Elemento

la Diputación

El centenario más segoviano

Casualidad, destino o simple coincidencia, resulta que la primera obra que se interpretó sobre el escenario del, ya sí, centenario Teatro Juan Bravo de la Diputación fue una ambientada en la provincia. Con trajes de la provincia. Con acento segoviano. Con expresiones castellanas y tradición aguedera. Por ese motivo, y en casuales vísperas también de la mayor manifestación artística popular de la provincia, como lo es la Muestra Provincial de Teatro que da inicio el próximo 1 de noviembre, era de recibo que el protagonismo de la celebración de un siglo de vida recayese sobre un grupo de aquí. De Segovia. De la tierra; un grupo cuyos miembros tienen en su voz el deje, en sus armarios el vestuario y en sus tradiciones y memorias, canciones de ronda y la melodía de La Entradilla que Agapito Marazuela convirtió en un himno.

Y así se subieron ayer los componentes del Cuadro Lírico Julián Gayarre ?y volverán a hacerlo en la tarde de hoy sábado, a partir de las 19:30 horas? a las tablas del Juan Bravo; con el orgullo y el honor en los ojos y las sonrisas y los nervios propios de la ocasión resbalando, en algunos instantes, por las lenguas. La tarde era histórica y así lo hizo saber Francisco Soto, director y uno de los protagonistas de la pieza, antes de que el telón se abriese hacia derecha e izquierda. También eran conscientes de ello las cerca de quinientas personas que llenaron el Teatro y que contribuyeron a crear el ambiente adecuado para que el cumpleaños se desarrollase en familia, sin invitados de más ni regalos innecesarios. Cerrando los ojos de vez en cuando, en un esfuerzo por imaginar cómo vivirían aquella tarde de 1918 sus antepasados. Como debe ser la fiesta de quien cumple un siglo; sin artificios, colonias caras ni gomina. Con más cariño que accesorios.
 
Sólo así se consiguen carcajadas como las que lograron ayer, por ejemplo, José Luis Martín en su excelente interpretación de Pierrines  o Rosario Fuentetaja en su no menos brillante papel de Paula, un personaje que, bien aprovechado, tiene en sus líneas la suficiente malicia y entrometimiento para convertirse en la antagonista perfecta y brindar esa risa que acusa a los espectadores de ser cómplices de una maldad; que a veces es peor que un crimen. Y es que, aunque Francisco Soto quisiera calificar ‘La alcaldesa de Hontanares' de drama costumbrista, y Andrés Palomar ejerciendo con maestría de El Lobato justificase en muchas escenas el título, a los autores de la obra, José Rincón Lazcano y Eduardo Montesinos les sobraba razón cuando la describieron como comedia. Risas, desde luego, no faltaron ayer entre el público del Teatro Juan Bravo.
 
Tampoco faltó la música, como ya había advertido el director de la obra, en una decisión muy acertada por parte del Cuadro Lírico Julián Gayarre, que aprovechó la ocasión para incluir alguna que otra pieza musical más, que permitió dotar al montaje de una mayor popularidad y meter al público en el ambiente de la fiesta de Santa Águeda, bailes incluidos, además de disfrutar del lujo de escuchar la dulzaina de Rita San Romualdo y el tamboril de su hermano Mateo. Esto último nunca está demás y, además, permite, como lo permitió ayer, que los espectadores, después de una gran ovación, especialmente a protagonistas como Encarna Fuentetaja, Antonio Reguera o Carmen Torrego, sean incapaces de abandonar el Teatro sin silbar sobre sus pasos las melodías más segovianas. Que para eso el Juan Bravo lleva cien años siendo el teatro de la provincia.